Los primero días como padre son «raros», por un lado estás muy feliz de tener a tu hijo entre tus brazos, pero por otro lado, te sientes inseguro, no sabes si lo estás haciendo bien o mal, si coges bien a tu hijo al brazo o no, no sabes porque llora, todo el mundo opina de como debes hacer las cosas….
Mis primeros días como padre fueron así, nunca he sido demasiado niñero o por lo menos no he sido demasiado niñero con los recién nacidos, siempre me ha dado mucho respeto cogerlos tan pequeños, pero desde que he sido padre, ya no puedo decir lo mismo.
Todavía recuerdo el instante en que por primera vez tuve a mi hijo en brazos, fue algo maravilloso, no me podía explicar como una «personita» que había estado nueve meses en la barriga de mi mujer, estuviera moviendo las manos, abriendo los ojos y mirándome…. menuda sensación de FELICIDAD.
Tras los primeros días en el hospital (todo es mucho más fácil) nos fuimos a casa, ahora sí que empezaba una nueva etapa en nuestra vida, los primeros días fueron los más complicados, hay que tener mucha paciencia, apoyar mucho a tu pareja, dividirse las tareas, ya que un hijo es cosa de dos.
Yo nunca había cambiado un pañal, el primero fue una aventura, no sabía cómo coger a mi hijo, le puse el pañal del revés, en el momento me agobie, pero como todo en esta vida, con la práctica se aprende y hoy puedo recordarlo como una anécdota graciosa.
A pesar de que son días difíciles, cada minuto que pasaba tenía y tiene su recompensa, es increíble como una sonrisa o una mirada de un hijo puede alegrarte el día.
Reflexión: Con tu sonrisa puedes hacer feliz a los que te rodean, así que te invito a sonreír…